Viaje realizado en 2002.

Los viajeros europeos que viajaron a esta ciudad del corazón de Persia en el siglo XVII se referían a ella como “la mitad del mundo”, porque la belleza de las mezquitas, palacios, puentes, avenidas y parques de la ciudad debía representar la mitad de la belleza del mundo. El principal responsable de las obras más importantes de la ciudad de Isfahan fue Sha Abbas I, quien rediseñó por completo la ciudad medieval en el siglo XVII. Con Sha Abbas y el periodo safávida, se produce un cambio de la Persia sunita a la chiita y se construyen los monumentos más importantes de esta fantástica ciudad persa.  

Sin duda el centro de Isfahan es la plaza del Imán (N’qsh-e Djahán), una de las plazas más grandes del mundo (con unos 500 metros de largo) y sin duda una de las más hermosas. Durante el periodo safávida, en la plaza se celebraban partidos de polo y aún pueden verse los postes de mármol que servían de portería. La plaza está edificada en sus cuatro lados por edificios de dos plantas, ambas coronadas por arcos persas. Estos arcos sólo se interrumpen por los cuatro monumentos principales de la plaza: la mezquita del Imán en el sur, la mezquita de Sheikh Lotfollah al oeste, el palacio de Ali Qapu en el este y la entrada al Gran Bazar en el norte.  

 

Uno de los lugares desde donde se puede contemplar la majestuosidad de las mezquitas construidas por Sha Abbas, en especial las cúpulas decoradas con azulejos principalmente en tonos azules, es el balcón del palacio de Ali Qapu. Ciertamente el palacio tiene interés por si mismo, puesto que cuenta con techos pintados al fresco, aunque personalmente lo que más recuerdo del palacio son las expléndidas vistas de la plaza desde su balcón principal.  

 

La mezquita del Imán, con sus minaretes cubiertos por azulejos azules, es sin duda una de las obras maestras de Sha Abbas. El complejo de esta mezquita es enorme e impresionante, y tiene la particularidad de que el edificio no está construido siguiendo el mismo eje que tiene la puerta principal de entrada que da a la plaza del Imán. Si se mira un plano aéreo de la mezquita se ve que el eje está inclinado 45 grados respecto al eje de la entrada principal. Este desvío es debido a que fue necesario orientar el mihrab de la mezquita hacia la Meca puesto que la plaza no seguía esta orientación.

 

Si la mezquita del imán impresiona por su patio y por su grandiosidad, la mezquita de Sheikh Lotfollah, de dimensiones bastante más reducidas, destaca por la belleza de su decoración de azulejos. Al entrar en el recinto se atraviesa un pasillo que da a una sala de oración tan ricamente decorada que impresiona a cualquiera. Las ventanas dejan pasar los rayos de luz que tienen un efecto curioso en los azulejos. Recuerdo habernos tumbado en el suelo durante un breve periodo de tiempo para poder contemplar la cúpula.

 

Por último el bazár de Isfahan, es una de las visitas más esperadas por cualquier viajero después del bazar de Teheran. En el bazar de Isfahan y en las tiendas de la plaza del Imán el viajero encontrará gran variedad de productos de artesanía de calidad. Algunos de los productos que se pueden comprar aquí son las alfombras persas, las pinturas de miniaturas y la cerámica ricamente decorada, que da la impresión que uno se lleva a casa un pequeño fragmento de la belleza de Isfahan.   Además de visitar los monumentos de la plaza del Imán es una buena idea ir a pasear al atardecer, cuando multitud de gente se congrega en el césped de la plaza, junto a las fuentes para pasar el rato.

De los lugares que visitamos en Irán, Isfahan, Persépolis y Bam son los lugares que más me impresionaron. Dicen que la belleza de las mezquitas de Isfahan sólo la supera la mezquita de Gowhar Shad en Mashad.