Estamos en una bonita casa de vacaciones en Carcassone. Uno de mis hijos está estirado en una tumbona contemplando como pasan las nubes. Entonces, rompe el silencio y me dice:
«Mamá a vosotros os gusta viajar. Pero a nosotros cuando vamos de viaje, también nos gusta hacer vacaciones. Ya sabes estar en la casa jugando, mirar la tele…». Vaya lo que hacen cuando están en casa.
Este ejemplo, ilustra a la perfección como nuestros hijos buscan disfrutar de los lugares que visitan de una forma diferente a la nuestra. Para ellos no es importante, cuantos lugares visitarán cada día. Sus expectativas son diferentes.
De alguna forma, buscan replicar parte de sus rutinas diarias cuando salimos de viaje.
En esta entrada hablaremos de las rutinas que seguimos con nuestros hijos cuando vamos de viaje. Ofrecemos una lista de recomendaciones que nos han ido bien en los últimos años.
¿Por qué rutinas?
Las rutinas son habituales y deseables cuando tienes niños pequeños porque ayudan a que los niños se sientan tranquilos ya que saben que esperar.
Por su parte, los viajes suelen romper los ritmos o rutinas de los niños. Esto tiene beneficios e inconvenientes. Por un lado, la proximidad de un viaje excita o emociona a los niños. Se preparan para un cambio. Especulan sobre como será su nuevo alojamiento, el país que visitarán, la gente etc. Por otro lado, rompe con aquello que hacen habitualmente, con lo que pueden llegar a sentir cierta inseguridad.
Por ello, pensamos que a la hora de planificar un viaje, especialmente los que son largos, a lugares con costumbres muy diferentes a las nuestras y cuando los niños son pequeños, es útil crear algún tipo de rutina que vuelva a establecer algunos ritmos. Al menos a nosotros nos ha ido bien.
Los ritmos que se creen durante el viaje no tienen por que ser los mismos que se tienen en casa, pero pensamos que está bien que los niños noten que existen ciertos patrones que se repiten mientras están de viaje.

Lista de recomendaciones para mantener ciertas rutinas durante el viaje
En nuestros últimos viajes con los niños solemos tener en cuenta lo siguiente:
- Descansar el día antes de viajar y los dos días después tras la vuelta. No planificamos actividades para estos días o si hacemos algo es más bien algo que surge espontáneamente y que no nos cansa.
- Escuchar los consejos del propietario del alojamiento. Cuando llegamos a un nuevo destino, como normalmente nos alojamos en apartamento o casa, hablamos con los propietarios quienes nos suelen proponer actividades. Nos avisan si hay mercado en el pueblo y cuando, si se celebra alguna fiesta local y nos responden si nosotros tenemos dudas. En definitiva, nos ofrecen información práctica de primera mano.
- Los días que planeamos salir suelen seguir la misma rutina. Por la mañana, desayunamos sin prisas y procuramos dejar algo preparado para la comida o nos llevamos algo para hacer picnic si vamos a comer fuera. Entonces decidimos que haremos ese día. Tenemos en cuenta el tiempo, si es fin de semana o no para evitar ir a los sitios más masificados, nuestro estado físico (si estamos cansados o si tenemos mucha energía). Lo que hacemos es escoger una actividad en función de los criterios anteriores.
- En la selección de la o las actividades del día solemos escoger o tener en cuenta aquellas que les puedan interesar a los niños. Y ahora que nuestro hijo mayor quiere escoger, elegimos entre todos. Por ejemplo, a nuestros hijos les gusta más visitar unos bonitos jardines o un museo de dinosaurios que un castillo. Si un día decidimos ir a un lugar que nos gusta a papá y a mamá, procuramos que cerca haya algo que a ellos les pueda interesar y si no es posible lo compensamos al día siguiente[ la búsqueda de actividades per nene. un proceso difícil]. Es decir, intentamos que cada miembro de la familia pueda escoger alguna cosa que hacer durante el viaje.
- Evaluamos el coste de comer fuera. En lugares donde comer fuera tiene un coste relativamente elevado, normalmente evitamos los restaurantes. Vamos a comprar (incluyendo las compras en nuestra rutina semanal) y preparamos nuestra propia comida. Eso si, algún día como excepción decidimos ir al restaurante a probar la comida del lugar. Con ello, conseguimos ahorrar en una importante partida del viaje. También conseguimos que comer en el restaurante sea una experiencia puesto que no vamos a fast foods.
- Tardes libres. Salvo excepciones, solemos volver a casa a la hora de comer o después de haber comido. Para nosotros eso son entre las 14 y 16h. Eso nos deja la tarde libre para descansar, jugar o trabajar.
- Viajamos más en coche. Si el destino que vamos a visitar no está excesivamente lejos y pensamos pasar bastantes días en la zona, consideramos la opción de viajar en coche antes que ir en avión. Aunque eso suponga que tenemos un día para la ida y otro para la vuelta que son de ruta, podemos ahorrar en el coste del billete de avión (que en nuestro caso se multiplica por cuatro) y en el del alquiler del coche. El viaje en coche o en auto caravana para quien la tenga, tiene otra ventaja: no hay que ser tan estrictos con llevar poco equipaje. Eso permite a los niños seleccionar ciertos juguetes o cuentos que quieren llevar. La auto caravana, no obstante, tiene el inconveniente que no se puede aparcar en cualquier lugar sobre todo al acercarnos a núcleos urbanos.