!Huye!
No se para a pensar si puede haber sido el viento, una amiga o un pequeño roedor.
!Huye!
Puede ser una amenaza y la decisión es inmediata.
Porque si se detiene a pensar y analizar todas las implicaciones, si pondera las probabilidades y aplica la razón… y resulta que es un tigre de dientes de sable…
Sus genes no se van a propagar hacia el futuro.
Van a ser la cena del tigre.
En nuestra actividad cotidiana suceden un sinfín de estímulos, problemas o situaciones que requieren que tomemos una decisión al respecto. Ya sea por falta de tiempo o ganas de pensar detenidamente, no podemos dedicar el esfuerzo mental necesario para procesar toda la información que recibimos y analizar las implicaciones que conlleva. La evolución nos ha permitido generar una serie de atajos mentales que de forma subconsciente nos permiten filtrar la información y tomar esas decisiones con rapidez.
Atajos mentales
Estos atajos mentales no solo tienen sentido desde un punto de visto evolutivo, hasta tiene sentido desde el punto de vista del ahorro energético. El primero en hablar de los atajos mentales fue Herbert Simon (Simon, 1955).
El cerebro humano representa aproximadamente un 2% de la masa corporal y, sin embargo, consume alrededor del 20% del oxigeno y por tanto de la energía del cuerpo humano. Este ratio metabólico se mantiene relativamente constante con independencia de la actividad mental o motora (Raichle & Gusnard, 2002).
Estos atajos mentales que nos permiten reaccionar a tiempo, huir de tigres y ahorrar energía, que podríamos denominar heurísticos, se combinan con otras estrategias de pensamiento rápido en los que operan la influencia social (el humano que es apartado de la tribu no transmite sus genes), las motivaciones emocionales y la moral.
Sesgos cognitivos
En los años 1970s Daniel Kahneman introdujo el concepto de sesgos cognitivos. Estos se dan en situaciones en los que las personas aplicamos juicios y tomamos decisiones que no encajan con lo que se esperaría de alguien actuando de forma racional.
Kahneman recibió en el años 2002 el premio Nobel de Economía por la aplicación de la psicología al campo de la economía, especialmente su investigación sobre los sesgos cognitivos. Su libro “Think Fast and Slow” es ya un clásico en el género de los negocios, la comunicación y el desarrollo personal.

Sesgo de confirmación
El sesgo de confirmación es un sesgo cognitivo que nos lleva a favorecer, recordar, buscar e interpretar mejor la información que confirma nuestras propias preconcepciones.
Así pues, siempre nos va a ser mucho más fácil encontrar o recordar ejemplos que confirmen aquello que queremos probar.
En un entorno de abrumadora abundancia de información como es Internet es muy fácil verse arrastrado por y hacia fuentes de información que nos confirmen nuestra visión del mundo.
Esto causa varios problemas, entre ellos la polarización de las opiniones que observamos en tantos foros, o la dificultad de eliminar creencias absurdas como la idea de la Tierra Plana.
En este momento hay un montón de cosas sobre las que estoy equivocado y el sesgo de confirmación me impide acceder a las evidencias que me permitirían refinar mi punto de vista. Seguro.
Para hacer las cosas más difíciles el ámbito de conocimiento de la humanidad en la actualidad llega a temas tan especializados que es imposible que alguien llegue siquiera a poder comprender los estudios científicos relevantes para formarse una opinión, especialmente en temas que abarcan varias disciplinas.
Hay varias técnicas para esquivar el sesgo de confirmación. La iglesia católica tiene la figura del abogado del diablo. Durante el proceso de canonización de una Santa o Santo, un cura – en este caso siempre un hombre- se encarga de buscar los motivos por los que no hay que canonizar.
Quien se preparara para una exposición de tesis o un debate suele tener uno o varias personas de su equipo que se encargan de atacar su posición, para validar la solidez de sus argumentos.
Personalmente, suelo aplicar una técnica basada en la suspensión de la incredulidad. Si voy a intentar explorar los argumentos de una posición contraria a la mía debo dar una oportunidad a estos argumentos, y durante un pequeño periodo de tiempo: Un segundo, un minuto, un día, un mes.
Uno no puede disfrutar de una película como la Guerra de las Galaxias si está demasiado preocupado por cosas como la coherencia de la aviónica de los X-Wing, el hecho que los rayos láser se vean y se oigan las explosiones en el vacío. Uno se sienta en la butaca del cine, se olvida de lo que sabe de física y disfruta de la película.
De la misma forma podemos olvidar nuestros prejuicios al leer un libro, ver un documental o escuchar hablar a alguien. Al terminar puedes regresar a tu punto de vista original, refinar tu posición y argumentos, o quizás cambiar de opinión.
¿Cuando has cambiado de opinión acerca de algo por última vez? Puede ser un buen indicador acerca de la influencia que tiene el sesgo de confirmación sobre ti.
Referencias
Simon, H. A. (1955). A behavioral model of rational choice. The quarterly journal of economics, 69(1), 99-118.
Raichle, M. E., & Gusnard, D. A. (2002). Appraising the brain’s energy budget. Proceedings of the National Academy of Sciences, 99(16), 10237-10239.
Fuente de la imagen destacada: aquí.
Se trata de una visión global y bien enfocada de los sesgos mentales. Lo que se me hace extraño es que no se tengan más en cuenta en los best sellers de autoayuda y crecimiento personal.