El sesgo de confirmación
Imaginemos a una de nuestras antepasadas durante lo que llamamos prehistoria paseando por el bosque. Oye un chasquido entre las ramas.
!Huye! No se para a pensar si puede haber sido el viento, una amiga o un pequeño roedor.
!Huye!, Puede ser una amenaza y la decisión es inmediata.
Porque si se detiene a pensar y analizar todas las implicaciones, si pondera las probabilidades y aplica la razón… y resulta que es un tigre de dientes de sable…
Sus genes no se van a propagar hacia el futuro. Van a ser la cena del tigre.
En nuestra actividad cotidiana suceden un sinfín de estímulos, problemas o situaciones que requieren que tomemos una decisión al respecto. Ya sea por falta de tiempo o ganas de pensar detenidamente, no podemos dedicar el esfuerzo mental necesario para procesar toda la información que recibimos y analizar las implicaciones que conlleva. La evolución nos ha permitido generar una serie de atajos mentales que de forma subconsciente nos permiten filtrar la información y tomar esas decisiones con rapidez.